¿Qué puede ser más crucial para los responsables de la toma de decisiones que inculcar una cultura de la innovación en sus organizaciones? La innovación tiene muchas virtudes: es esencial para las empresas modernas, ya que les ayuda a superar los periodos de incertidumbre y a adaptarse a los cambios del mercado con la agilidad y flexibilidad que requiere el ecosistema económico actual. De hecho, las empresas han acelerado significativamente el ritmo de su transformación digital durante la pandemia, y se espera que la tendencia continúe en 2022 con un crecimiento del sector del 7,4% adicional, según las últimas previsiones de Numeum. Lo que se consideraba la referencia en 2018 se ha quedado obsoleto en 2021. Los que han sido capaces de movilizar los mejores recursos tecnológicos, reclutar los mejores talentos, desarrollar el liderazgo y optimizar sus recursos están operando a un ritmo exponencial.
En los dos últimos años se han producido cambios drásticos en la forma en que la gente trabaja, consume y pasa su tiempo libre. Las empresas no han sido inmunes y han cambiado su enfoque de la tecnología y sus prácticas para adaptarse a estos cambios. La hibridación de las prácticas de trabajo les ha llevado a replantearse su infraestructura informática, aprovechando las oportunidades que ofrecen la inteligencia artificial (IA) y la automatización. Esto ahorra tiempo a los empleados y les permite centrarse en lo que importa: la innovación y la excelencia en la experiencia del cliente. Algunos también se han adentrado en el comercio electrónico, o han implementado dispositivos IoT y plataformas de computación de borde, para enriquecer sus sistemas de información con datos que, al ser analizados, pueden crear aún más valor para sus interesados.
Las empresas que han superado con éxito estas transformaciones digitales comparten una sólida cultura de innovación. Pero hay muchos obstáculos que pueden frenar el cambio cultural: guerras territoriales, limitaciones presupuestarias, falta de visión o falta de apoyo de la dirección. Así que hay una gran diferencia entre las empresas que quieren construir una cultura de la innovación y las que realmente lo hacen.
Crear una cultura de innovación y adaptarse a los cambios del mercado
Animar a los empleados a probar cosas nuevas, celebrar sus éxitos y sus fracasos, dejarles experimentar con ideas -recordando dejar claro que es aceptable fracasar al principio- les anima a utilizar estos fracasos como oportunidades de aprendizaje. No hay mejor manera de ayudar a las personas a encontrar el sentido y el valor de su trabajo que capacitándolas para resolver problemas.
Las empresas pueden fomentar esta mentalidad desplegando programas dedicados al intraemprendimiento que animen a todos los empleados a aportar de forma benévola nuevas ideas de productos, o incluso conceptos, que se salgan del marco típico de la empresa. De este modo, todos se sienten implicados en el diseño de las futuras innovaciones empresariales. En algunas organizaciones, los nuevos empleados dedican hasta el 75% de su tiempo a trabajar en nuevos productos o proyectos de creación de marca. La otra parte de su tiempo puede dedicarse a aprender nuevas tecnologías o a resolver problemas empresariales. Para algunos puestos de gran demanda, como los científicos de datos o los ingenieros, algunas empresas contratan el equivalente al 150% de sus necesidades, para garantizar que todos puedan dedicar tiempo a la innovación. Otro elemento decisivo son las plataformas de colaboración, de libre acceso, que permiten recoger las ideas de cada empleado. Las campañas periódicas y los «idea’thons», una especie de concurso colectivo de ideas sobre temas específicos, pueden ser una forma de estimular a los menos inclinados a utilizar estas herramientas de forma espontánea.
Pero, ¿cómo puede saber una empresa que ha conseguido crear una cultura de la innovación? Aquí es donde entra la noción de medición, pero es esencial liberarse de la forma tradicional de cuantificar el éxito y repensarlo a la luz de la propia noción de innovación.
Medir el éxito de la innovación
Si el objetivo es crear una cultura de la innovación para impulsar la transformación digital, las empresas deben medir dos cosas: el concepto bastante proteico de cultura y la propia innovación digital.
En cuanto a la cultura, las herramientas tradicionales suelen analizar aspectos como la rotación de personal o la moral de los empleados, mediante encuestas o análisis de las redes sociales, pero también existen herramientas de medición cualitativa. Para la innovación, las empresas pueden recurrir a modelos como el Cociente de Innovación, que mide la innovación en seis dimensiones. Estas evaluaciones suelen ser cualitativas y ponen de manifiesto la dificultad de medir las llamadas «señales débiles». También pueden utilizarse como medida cuantitativa algunas herramientas como la conversión de I+D en producto o la proporción en que los nuevos productos contribuyen a los ingresos.
La innovación y la cultura se alimentan mutuamente. Al dar a los empleados la oportunidad de aprovechar su propia creatividad, se produce un aumento masivo de la satisfacción laboral. Como resultado, el mundo corporativo puede volverse más solidario y colaborativo y fomentar la aportación mutua entre la innovación humana y los procesos automatizados.
La prueba definitiva de la presencia de una cultura de la innovación en una empresa es la adaptación o integración de ideas de programas anteriores fallidos en ofertas de productos nuevos o revisados. Las buenas ideas pueden surgir de cualquier parte, y a menudo nacen de un proyecto anterior que nunca llegó a cuajar. La realización de estas ideas y proyectos a través de la colaboración y la ideación de aquellos que están ayudando a dar forma al futuro puede considerarse entonces como una señal de éxito.
En última instancia, la innovación comienza cuando se da rienda suelta a la creatividad y la pasión de los empleados, dándoles las herramientas para navegar por el cambio, desarrollar sus habilidades analíticas y ayudar a que la empresa sea más ágil. Construir una cultura de la innovación significa que la innovación nunca se detiene, y eso es lo bonito.
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