Europa se enfrenta a un duro invierno, ya que las empresas se ven afectadas por la subida de los precios del combustible en medio de una escasez de energía en todo el continente. El pasado mes de septiembre, el Consejo de Energía de la Unión Europea (UE) presentó una serie de medidas de emergencia que ayudarán a paliar la dificultad a corto plazo, especialmente para los hogares y las pequeñas empresas. Sin embargo, parece que la escasez de energía se está convirtiendo en algo sistémico, por lo que los líderes europeos deben mirar más allá de los recortes de impuestos y de los topes de precios, hacia las tecnologías que proporcionan un importante ahorro de energía.
Todos podemos poner nuestro granito de arena para reducir nuestro consumo de energía y combustible, ya sea bajando el termostato o teletrabajando. Sin embargo, para lograr un impacto a gran escala, las principales ciudades, los suburbios y los centros de crecimiento e innovación de Europa tendrán que duplicar su inversión en las tecnologías de ahorro energético que constituyen la base de las ciudades inteligentes.
A su vez, las ciudades inteligentes desempeñarán un papel fundamental a la hora de ayudar a Europa a crear resiliencia ante una futura crisis. Al integrar los sistemas digitales en las redes y servicios urbanos existentes, Europa puede liderar el desarrollo de las ciudades inteligentes, lo que reducirá los costes para las empresas y los consumidores al tiempo que gestionará los recursos energéticos de forma más eficiente.
Y podemos y debemos pensar aún más en grande. La tecnología de las ciudades inteligentes no sólo nos permite adaptarnos a los retos actuales. Nos anima a reimaginar las infraestructuras básicas que harán nuestra vida más fácil, cómoda y segura. Para millones de personas que viven con problemas de movilidad, por ejemplo, los avances de las ciudades inteligentes -incluyendo la innovación tecnológica en big data, inteligencia artificial y aprendizaje automático- pueden ampliar espacios públicos antes inaccesibles.
En resumen, la tecnología nos está ayudando a construir un futuro mejor. Hay razones para ser optimistas: las tecnologías que contribuyen a las ciudades inteligentes ya se están desarrollando y desplegando a nuestro alrededor.
Iniciativas de la UE como la Misión de Ciudades Inteligentes y Libres de Carbono reúnen a autoridades locales, innovadores e inversores para desarrollar soluciones digitales para las ciudades, e inyectan varios millones de euros en este esfuerzo. Además, iniciativas financiadas por la UE como RUGGEDISED despliegan soluciones para avanzar en la descarbonización y mejorar la eficiencia energética.
Países europeos como Holanda y Francia están a la vanguardia del desarrollo sostenible y de los avances tecnológicos ecológicos que conservan los recursos. Por ejemplo, Hydraloop ha creado y desplegado un sistema que recicla el 45% de toda el agua utilizada por hogares y empresas. El entusiasmo por la innovación no se limita a la industria tecnológica. En Rotterdam, las autoridades locales han adoptado nuevas tecnologías que van desde los tejados verdes hasta los sistemas de calefacción urbana, que reducen las emisiones de CO2 en un 50-70%.
Francia es otro líder de larga data en innovación y emprendimiento. Empresas como Valeo están redefiniendo la movilidad urbana con innovaciones ecológicas en materia de electrificación, vehículos autónomos e iluminación. En el ámbito doméstico, Daan Tech fabrica aparatos que ayudan a los hogares y a las empresas a ahorrar en gastos de agua y electricidad.
El impacto de estas tecnologías es innegable. En Dijon, a menudo denominada la primera ciudad inteligente de Francia, la digitalización completa de las redes y servicios tradicionales de la ciudad ya ha reducido los costes de los servicios en un 40% y se espera que reduzca los costes energéticos en un impresionante 65% durante la próxima década.
Por supuesto, la tecnología no puede resolver todos nuestros problemas. La actual crisis energética a la que se enfrenta Europa es producto de complejos desafíos geopolíticos. Pero nos recuerda que no podemos dar por sentada la abundancia de energía. Mientras que la mejora de la resiliencia y la prevención de futuras crisis son prioritarias, la inversión en tecnología para ciudades inteligentes puede ofrecer soluciones sostenibles.
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