En Asia, se dice que Camboya, pero también Laos y Birmania, albergan un importante tráfico de seres humanos. Esto es al menos lo que informa ProPublica en una investigación publicada el 13 de septiembre. Al parecer, a muchos ciudadanos de países vecinos se les ofrecen trabajos falsos para atraerlos y luego mantenerlos cautivos. Se verían obligados a engañar a personas de todo el mundo en las redes sociales para sacarles grandes sumas de dinero.
Sihanoukville, cuna del tráfico de personas
Se dice que Sihanoukville, una ciudad costera del sur de Camboya, es donde se concentran las principales actividades de este tráfico de personas. Las personas que están detrás de esta red utilizan ofertas de trabajo ficticias, a menudo como repartidores, a través de anuncios en las redes sociales. Al ofrecer un salario elevado, normalmente del orden de 1.000 dólares al mes con comisiones, intentan atraer a personas principalmente de China, Taiwán, Tailandia y Vietnam para que los exploten. La paga, muy cercana al ingreso medio anual en Camboya de 1.600 dólares, es suficiente para convencer a las futuras víctimas.
Una vez que llegan a Camboya, se les coloca en edificios, rodeados de vallas eléctricas y alambre de espino, que contienen a varios miles de personas sometidas a esta forma de esclavitud moderna. Se ven obligados a vender sus cuerpos, a pescar camarones o a participar en estafas cibernéticas a gran escala.
Como parte de su investigación, ProPublica ha tomado el testimonio de Fan, un joven chino de 22 años que estuvo cautivo en 2021. Explica que fue vendido dos veces en el último año a diferentes organizaciones con el fin de estafar dinero en Internet. Para comprar a Fan, sus captores pudieron utilizar uno de los muchos canales de Telegram que contienen anuncios de venta de seres humanos.
Una estrategia bien afinada
El trabajo de los fans era una práctica ilegal que consistía en sacar dinero a desconocidos en las redes sociales aprovechando un abuso de confianza. Según la Global Anti-Scam Organization, una organización sin ánimo de lucro fundada el año pasado para luchar contra esta nueva forma de fraude, 1.838 personas de 46 países estiman haber sido víctimas de este tipo de estafa desde junio de 2021. Se calcula que han perdido una media de 169.000 dólares cada uno.
El fanático se hizo pasar por una mujer ante los usuarios de Facebook, LinkedIn, OkCupid, Tinder, Instagram o WhatsApp. Para crear un perfil lo más atractivo posible, compraba muchas fotos. Tener cientos de fotos de la misma persona por una miseria, unos 15 dólares, le hacía parecer más creíble en sus conversaciones con sus futuros objetivos.
Al principio, el objetivo de estos intercambios es ganarse la confianza del interlocutor intercambiando banalidades de la vida cotidiana. Luego los conduce a un sistema similar al esquema Ponzi. A continuación, invita a sus víctimas a depositar dinero en MetaTrader, una plataforma que conecta a los particulares con los corredores de criptomonedas, explicando que podría ganar mucho dinero siguiendo sus consejos.
El objetivo, una vez confiado, cambia su dinero en criptomonedas, normalmente bitcoin o ether, antes de depositarlas en el corredor especificado en MetaTrader. El corredor malintencionado manipula entonces los números haciéndoles creer que han ganado el bote para incitarles a depositar más. Una vez que el estafador se ha asegurado de que la víctima ha gastado todo lo que tiene, cierra su cuenta de corretaje y desaparece con el dinero.
Aunque Fan dice que sólo robó «como mucho» 30.000 dólares, se dice que otros detenidos en las mismas condiciones roban varios millones de dólares a sus víctimas. Un director anónimo de una empresa de California afirma haber perdido 2 millones de dólares en una estafa de este tipo.
El precio de la libertad
Escapar de los delincuentes una vez dentro de la red es muy complicado y arriesgado. Los edificios estaban fuertemente vigilados y los fugitivos se enfrentaban a severas represalias que iban desde las palizas hasta la privación de alimentos y la electrocución. Sin embargo, los cautivos tenían la opción de comprar su libertad. En el caso de Fan, tuvo que pagar una suma que oscilaba entre los 7.000 y los 15.500 dólares, según sus captores. Esto era difícil de conseguir con el escaso salario que recibía, muy lejos de los 1.000 dólares mensuales prometidos.
La forma en que la policía camboyana trata a los supervivientes hace que la huida sea aún más arriesgada. A menudo se les trata como delincuentes o inmigrantes ilegales y se les recluye en centros de detención superpoblados.
El gobierno camboyano se esfuerza por responder
Aunque las redes de trata de seres humanos no son nuevas, su vinculación con los delitos de estafa en línea es un fenómeno reciente. Durante muchos meses, Camboya ha hecho oídos sordos, a pesar de las numerosas investigaciones y denuncias internacionales.
No fue hasta el pasado mes de julio, cuando el Departamento de Estado de EE.UU., organismo encargado de las relaciones internacionales, situó a Camboya en el último lugar de su clasificación de países que luchan contra el tráfico de personas, que el gobierno camboyano reaccionó. Desde entonces, China, Indonesia, Pakistán, Tailandia y Vietnam han alertado a sus poblaciones de los peligros de las ofertas de trabajo sospechosas procedentes de Camboya.
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